Isla Grande -La revancha

Ayer fue mi primer buceo en  Isla grande. El breif me había adelantado no íbamos a ir más de 10 m. Temperatura del agua 24 C°, con traje de 5mm,  sobraba.  Solo,  si encontramos una térmica podía bajar, podríamos sentir un poco de frio. Nada nuevo bajo el sol, pero después de los buceos en el  Mar Rojo y el porrazo en Playa de Mujeres,  tenía un sabor a prueba. Mire mi bitácora y había más de 100 buceos. Como este tan simple podía inquietarme?

 Nos separaron en dos grupos. Comencé  a ponerme el Neopreno, bolsa plástica cubriendo el pie para que se deslice dentro de la pierna, cuando asoma hago lo mismo con la otra pierna, después los brazos y el cierre en la espalda con ayuda de Luis. El cinturón con los plomos, el chaleco, chequeo que el aire está abierto,  me voy acercando a la popa, me coloco las aletas.  Ya listo, para dar el paso de elefante. Fui el último, porque? Dudas, temor? Infló el chaleco, salto.

Ya estoy en el agua flotando, el divemaster chequea que estemos todos,   dice ABAJO. Levantó la tráquea, apretó  la válvula, el chaleco se empieza a desinflar. Ya estoy  a 6 metros, empiezo a desplazarme, se fueron los temores, de nuevo en carrera!!

DE AQABA A MX

Estaba saliendo de mi último buceo en  Aqaba, habían sido 21 en el Mar Rojo. Atrás había quedado esa joya  el SS  Thistlegom, con sus 70 años de historia bajo el mar. Los buceos en Jordania eran distintos, todos desde la costa. Nunca había salido de la playa, siempre con el paso elefante, de un barco. El manual de Open Water decía cómo hacerlo, muy sencillo. Claro, desde playa con arena. No de esta con piedras, y piedras grandes. Entrar al agua  era una proeza, había que  sortearlas, después ponerse las aletas. Era una tarea de equipo, con Luis y Miguel nos complementamos.  Lo bueno era que a los pocos metros,  teníamos profundidad, ahí estaba Arquímedes, con su principio, para  ayudarnos, una vez sumergidos todo era más fácil. Pero la vuelta era otra cosa, las piedras nos esperaban y Arquímedes se había ido. Sacarse las aletas,  empezar a sortear las barricadas, que siempre dejaban alguna marca en las piernas. Ya en la   arena  se sentía el peso del equipo y del lastre 9,5 kg, le calculo como mínimo 20 Kg. Todavía me faltaba por recorrer unos 100 metros, para llegar a donde debíamos dejar los equipos. El Urú me grita, déjalo ahí yo lo voy a buscar. Fue como si me clavaran un cuchillo.  “Tranqui yo puedo”

Cada paso que daba me salía un suave murmullo de protesta, llegue a pensar que este era mi último buceo, “ya no estoy para estos trotes”. Se me acerca Miguel, cuando escucha mis reclamos. Me dice  «yo quisiera dentro  de 15 años  tener la misma voluntad que vos» Me agrande. Llegue a dejar mi equipo sin mostrar mi cansancio.

Pero me quedó la idea que los buceos se  habían terminado para mí. Mi bitácora tiene más de 100, lo suficiente para un tipo de mi edad.

Me volví con esa idea. Pero cuando estaba organizando el viaje a México, por el encuentro familiar, me quedaron unos días libres en mi programa, me dije que hago, inmediatamente me salió donde puedo bucear. Mi experiencia en Playa del Carmen no había sido buena, me equivoque el operador, así que le pregunte al URU, «Anda a Mahahual, habla con Chano. Te va a llevar a un Parque Nacional» Hable con él, quedamos de acuerdo. Les aclaro que llegar a Mahahual no es fácil,  son 360 Km al sur de Cancún, ahí no hay “Flecha BUS”, el sistema de “camiones” es mucho más precario, hacen  honor a su nombre.

El 15 de diciembre partimos en patota toda la familia argentina  rumbo a México, primera escala Tulum, reunión familiar internacional, después un oll inclusive en playa de Mujeres, todo excelente. Ya tenía en mi bolsillo el ticket de ida y vuelta de Mahahual, que no fue fácil conseguirlo, por suerte  contaba con Matías que habla mexicano.

Todo marchaba de diez, de acuerdo a lo programado, era el último día, 24 de diciembre. Había entrado poco al mar,  a decir verdad el Mar del Caribe no me entusiasma,  lo notaba muy tranquilo. Pero esta vez no fue así, cuando entre para despedirme, se enojó,  me mando  una ola grande que me arrastro, choque contra una señora de físico importante, termine golpeando con mi cabeza en la playa. Sentí electricidad en la punta de mis dedos, me asusté. Cuando me vi la cara en el espejo, solo me iba servir para decir “Uds. no saben cómo quedó el otro”. Cambie Mahahual, por una clínica de urgencia y una visita al neurólogo.  Ni bien me dieron el alta busqué el primer pasaje que encontré y me volví a Santa Fe.

Mi nieta mayor, Agus, una excelente observadora de la realidad,  con la cual cada día es más interesante conversar, me asombra con sus razonamientos. No se imaginan como interrogó a la guía cuando fuimos Chichen Itzá, seguro que antes visitó Google, dijo “Yo no entiendo al abuelo, cruzó los Andes a caballo, cabalgo en camellos por las pirámides, nado con tiburones a más de 30 metros de profundidad, y una simple hola lo manda a hospital”

Uno me dijo, que mala suerte. Cuando le contaba mis peripecias. No,  le respondí “soy un tipo de suerte, estaban mis hijos, para ayudarme, además el cosquilleo en los dedos que era lo preocupante, porque implicaba lesión nerviosa, fue despareciendo rápidamente, hoy ya estoy casi normal que es mucho decir” Además, quizás lo más importante el amor que sentí de todos ellos, cuidando a este viejo loco. Ya habrá otros buceos, pero con paso de elefante. He decidido, no retirarme.

 SS THISTLEGOM

 SS THISTLEGOM

La noche del 6 de octubre de 1941 comienza la historia del SS Thistlegom, si la bomba arrojada por unos de Heinkel He 111 de la Luftwaffe no hubiese explotado en su  bodega, nunca hubiese entrado en la historia. El  barco, cargado de pertrechos de guerra  había partido de Glaswod, Escocia, dando la vuelta por el Cabo de Buena Esperanza  con el fin de  escapar de los submarinos alemanes  que habitaban en Mediterráneo, destino a Alejandría para abastecer el ejército de Montgomery. La bomba lo  escondió,  en las aguas del ingreso al golfo Suez hasta  el año 1948 cuando, Jacques Cousteau, lo localiza, retira del barco la caja fuerte, la brújula y una campana,   pero no hace público la ubicación del pecio. Todo tenemos un pasado obscuro, Jacques también,  muchos dicen que  era medio pirata.

En los años noventa unos buceadores israelitas, observan la  presencia de pescadores  en una zona lejana a las costas, intrigados por la presencia de los pescadores se sumergen y encuentran al SS Thistlegom. Comienza otra historia, en la cual cada uno de los buzos que hemos estado en sus bodegas somos participes.

He estado en varios pecios, pero este tiene un encanto especial es sumergirse en 80 años de historia.

En la madrugada del 27 de septiembre comenzó nuestra experiencia, había que estar en puerto antes de las 6 am. Teníamos más de cuatro horas de navegación para llegar al punto de buceo. El  Forth  4, cuando recién salía el sol, tomo rumbo al oeste, teníamos que llegar a la entrada del golfo de Suez.

Por suerte nos dieron un buen desayuno. Ya paso el tiempo que necesitábamos DRAMAMINE para transformarnos en marineros, o el mar se apiado de nosotros.

El brief, las indicaciones para hacer el buceo, fue de primer mundo, en vez de figuritas, la tele de barco nos mostraba las imágenes de celu de nuestro dive master. Nos quiso asustar, todos lo hacen, para que seamos más precavidos.

Cuando llegamos al punto de buceo, nos encontramos con otros barcos que habían llegado antes, conté diez. Son los hacen vida a bordo, llegan por la tarde y hacen buceos los dos días. Muchos usan Nitro, cansa menos. Pero limita la profundidad a 32 mts. Acá no hay problemas, estábamos en el límite.

Vi como tiraban dos tubos a agua,  con sus reguladores, “si alguien se queda sin aire puede hacer la parada de seguridad ahí, solo tienen que encontrar el cabo azul, y abrir el tubo”. Lo había  visto en Porto Gallina, pero ahí no nos avisaron para que era!!

Esta vez  tocó ser el primero en tirarme al agua. Así que di el paso de elefante y al agua. El mar estaba picado, mar abierto, no se veía ni la costa de Arabia ni la de Egipto.  Busque rápido la cuerda azul,  comencé a bajar  hasta los cinco metros, mis instrucciones eran esperar a mis compañeros a esa profundidad.

Había corriente, mi cuerpo flameaba como una bandera, en ese momento te preguntas que mierda estoy haciendo aquí. Son esos minutos fatales de espera, cuando llega la orden de descender, todo se olvida, más cuando a los 10 metros aparece el SS Thistlegom. Entramos por la bodega abierta por el impacto de la bomba. Ahí te comienzas a vivir una experiencia imposible de contar con palabras, recorrimos el barco por afuera  protegiéndonos de la corriente. Era como meterse en la historia, a los 70 bar, el manómetro nos indicó debimos  comenzar el ascenso a buscar la cuerda azul y a flamear. Había una dotación de gomones listos para buscar aquellos a que no encontraban el cabo azul. Fueron varios, pero no de nuestro grupo.

Tiempo de superficie,  y un  nuevo brief para la segunda inmersión. Ahora íbamos entrar en la bodega espacios estrechos en fila de a uno, estar atentos y no tener nada colgado fueron las indicaciones de nuestro dive master.

Con dos horas en la superficie ya habíamos eliminado todo el nitrógeno, era tiempo de volver al mar. Ya estábamos más cancheros, no nos afectó el estado del mar, la ansiedad por ingresar al interior del SS Thistlegom nos hizo olvidar de todo. Prendimos nuestras linternas y nos fuimos introduciendo en su interior, por espacios muy estrechos, por ahí el tubo y/o parte de equipo tocaba contra la estructura del barco. Motos, camiones, tanques, armas todo ahí desde hace más de ochenta años. Es algo increíble. El techo de la bodega llena de burbujas de los buzos que pasamos por ahí, hasta dicen estas van acelerar la oxidación  y por ende la conservación del pecio.

No nos queríamos ir, pero de nuevo ese maldito manómetro  nos marcó el momento de emerger, ahora lo estiramos un poco más hasta casi 50.   De nuevo la búsqueda del cabo azul.

22-12-13 Volviendo a Casa


Estaba en Barajas, listo para tomar el vuelo de retorno a la Argentina, minutos antes de que
comience el partido con Croacia. Haciendo tiempo leía la crónica de las vicisitudes que paso
mi colega, por dejar de ver Netflix y poner el partido justo cuando Holanda hacia el segundo
gol, rompiendo una cábala familiar. En ese momento llego el mensaje de Dolores, mi hija,
“Papa, averigua si hay overshoping, es usual en esta fecha, te dan 300 U$S y el alojamiento del
hotel”. Todos estamos expuestos a las órdenes de los superiores, a partir de cierta edad de
nuestra vida, son nuestros hijos. Muchas ganas no tenía, venia de más de 30 días afuera, tres
días en Madrid con lluvia, una ciudad que no puedo imaginar sin sol, con pronóstico de similar
para los próximos. No me hacía muy feliz quedarme un día más. Hasta había desaparecido, el
paragua que había comprado en Florencia, al “african boy”, cansado que decían que me
mojaba por no tener “ombrella”. Tenían razón, es imprescindible una “ombrella”, no solo me
salvo en Florencia, sino también en Barcelona y en Madrid.
Me acerco a la ventanilla de AA, había gente pagando exceso de equipajes, cuando queda solo
el cajero, le pregunto “como viene el avión, vamos muy llenos”, si bastante -me responde-
pero quedan me asientos, le interesa, creo que hasta puedo conseguirle un buen lugar. “No,
ya tengo pasaje, un buen asiento, el 17C, sobre pasillo. Es que mi hija quiere que me quede en
España, dice que todo estuve todo el mundial en Europa, así papá que te tenes que quedar
por lo menos este partido, que es el más difícil.” Ah, bueno le puedo hacer el favor, pero nos
tendría que pagar el cambio de fecha, por lo que veo en la pantalla, no sé si le voy a poder
respetar la ubicación que voy tiene. O sea en vez de que me pongan tenía que poner, y además
me iba a mandar en el centro de la fila de cuatro asientos. “No está bien gracias, espero que el
partido empiece en territorio europeo y que termine antes de llegar al territorio americano”
Suerte con el partido, no quiero que Ud. sea el responsable de la pérdida de su seleccionado,
ante su hija.
Me subí al avión esperando que haya una demora, había calculado que 30 minutos me
alcanzan para cumplir con esa premisa. Salió en horario. Nos avisan que nos van a tener al
tanto del resultado, deje mi reloj con hora de Madrid, tenía el horario más claro, a las 20
empezaba. Miraba cada tanto, para ver cuantos minutos iban. De pronto el grito del comisario
de abordo, penal para Argentina, después el grito de gol! No se terminaba de acomodar el
pasaje, cuando vino el segundo. Parecía la tribuna, lo único que faltaban eran los papelitos, en
esta era digital el papel es escaso.
Nos dieron la cena mientras pasaba el segundo tiempo, habíamos terminado de comer cuando
viene el tercer gol. Locura total arriba del avión. Solo se me ocurrió pensar, muchachos no
salten, el AIRBUS no debe estar calculado para esto. (Vicio profesional) Todos los celulares
levantados, como en los recitales, filmando, una azafata que corría entre los pasillos,
levantando los brazos y saltando como si estuviera en la popular. Con el aviso de que termino
el partido, todo se repitió, sentía que el avión saltaba, se ve que el capitán también, porque
puso el aviso de ajustarse los cinturones, con eso se paró los festejos.
Pulso la luz de llamada, viene la azafata, le pregunto “AA no nos va dar una copa para
brindar por el triunfo de nuestra selección”. No señor, no lo teníamos previsto!! Me la dejo
picando. Iba hacer un comentario, pero me calle la boca, no era momento para recordar la
grieta.
Nota AA –Aerolíneas Argentinas

Addis Abeba

9 de diciembre 2015 Tailandia. Estaba en el aeropuerto de Bangkok esperando para tomar mi vuelo de retorno a la Argentina. Los aeropuertos están pensados para los viajeros que se van, son los que  tienen tiempo, los que llegan  unas cuantas horas antes, los que consumen. No eran tiempos de los VIP, o yo no tenía acceso a los mismos. No tenía otra cosa que hacer que observar y recorrer cada uno de sus rincones. Así fue que descubrí  los distintos destinos que tenían los vuelos,  China, Afganistán, India, Sri Lanka, Kurdistán, entre otros. Los destinos eran intrigantes, pero más lo eran sus viajeros, las valijas reemplazadas por fardos zunchados, sus vestimentas variadas, túnicas de los monjes budistas (kasaya),  de distintos colores, según su nivel, mujeres con el Sari y Bindi (su marca en la frente), afganos con turbantes y chapan. Familias  sentadas en el suelo, en ronda, comiendo con las manos, rodeadas por sus bultos a la manera de trinchera, marcando su territorio.

Ahí me di cuenta, lo poco que somos los occidentales y cristianos, frente a ese gran mundo que representa Asia , solo  China y la India , más de 3600 millones, 70 millones en Tailandia , los 125 millones de Japón, unos cuantos millones más  de las antiguas  repúblicas soviéticas. Recordé lo que me dijo  Armando,  el eje del mundo se iba a trasladar a Pacifico en este siglo. Partir de  aquel 9 de diciembre del 2015 me  convencí que así iba ser.

17 de septiembre del 2023, tenía que hacer el cambio del avión con destino al Cario, en Addis Abeba, Etiopía. Nunca se hubiese ocurrido que alguna vez en mi vida iba estar en ese lugar. Pero ni bien pise el aeropuerto me vino el recuerdo de Bangkok, ahora en vez de  Asia , iba a descubrir África. El hall del aeropuerto reventaba, era una hora pico.  Addis Abeba, gracias a Ethiopian, se ha transformado en un centro de distribución para toda África, Medio Oriente, Europa y  Asia. Lo mismo que hicieron Qatar y Emirates, en Doha y Dubái.

Acá la novedad fueron las musulmanas,  haya, abaya,   niqab, burka, chandor, todos atuendos que cubren a la mujer. Según el  Corán, ellas  tienen que tener cubiertas todas las partes del cuerpo que pueden atraer a los hombres. Los colores de las túnicas y de los pañuelos abundan. Me llamo  la atención las joyas sobre las manos, en los pies y las carteras. De las marcas más conocidas, esas que le gustan a nuestra ex presidenta. O Luis Vuitton arregló con algún Imán, o Mahoma se olvidó de poner estos ítems en el Corán. Chicas,  den las gracias de haber nacido en esta parte del mundo.

África es para nosotros un continente desconocido, hasta tuve que buscar en Google para saber  cuántos habitantes  son, me lleve una sorpresa  1500 millones. Con el simple cálculo que un 5 % de la población tiene acceso a viajar, los aeropuertos revientan.

La zona de tránsito parece las Naciones Unidas, no me puedo dejar de asombrar  de las vestimentas desde el vestido con las ropas tradicionales, atuendos musulmanes,  hasta aquel que lleva la camiseta de los New York  Kniks, que saldrá de esta mezcla? Eso sí,  siempre con un celular en la oreja. Me quedé pensando, mientras tomaba un café de Etiopía, que era por lo único que conocía este país.

STUDEBAKER

23-06-16

STUDEBAKER, para nuestra familia, esa la palabra tiene un gusto y sabor especial. Fue el auto de mi padre cuando éramos chico. No era un Ford, ni Chevrolet, casi un desconocido, con diseño audaz. Lo cargaban a mi padre, no sabían que si el auto iba o venida, porque el baúl y la trompa era parecidas. No sé en cuantas camineras nos habrán parado con él, papa cantaba su número del carnet, todavía lo recuerdo, 143947.

Estando en la casa de Matias, en South Bend, me entere que la fábrica de Studebaker había estado ahí. Inmediatamente me metí en Google, me dijo hay un museo de Studebaker

Mañana voy, me dije. Le pedí a Matias que me lleve cuando él iba a la universidad. Llegue primero, casi lo abrí. Ya en Santa Fe, volviendo sobre la página del museo, me di cuenta que me había colado, llegue más temprano que el boletero. Quería encontrar el Studebaker Champion como el de papá!!

Entre al museo, lo primero que me encontré fueron carretas. Los Studebaker eran unos hermanos alemanes que se dedicaron a fabricar carretas con las que se conquistaron el oeste. Se iban desplazando de pueblo en pueblo buscando las maderas que necesitaban, asi llegaron a South Bend, y se quedaron.

De las carretas pasaron a los vehículos a motor, aunque no lo crean, el primero fue eléctrico (1906). Luego se volcaron al motor de combustión. Entre ansioso, sin mirar los carteles, en planta baja encontré un convertible rojo con el globo en el capot, como el que tenía Giscafre, el de él era gris.

Había una pareja, le pedí que saque una foto. Puse al máximo mi disco rígido, les conté sin decir una palabra en castellano, que mi padre en la Argentina había tenido uno!!!

Ya empezaba a flaquear, la voz se entrecortaba. Empezaron los recuerdos. Muchos de cuentos.

Como lo compro. En el gobierno de Perón, no se conseguían autos, todos querían Ford o Chevrolet. Lo llama Bieler, Feque, tengo un Studebaker te interesa?. Mi padre en tema de los autos siempre fue una audaz. Me lo confirmo después cuando se compró un AUTO UNION, alemán, en ese momento ni se sospechaba que la fábrica iba estar en Santa Fe. Dejo su Willys verde, y se subió al auto que nadie sabía que iba o venia.

Subí a la planta alta, desparecieron los carros, empezaron a verse los Studebaker. En un rincón lo encontré. Se me pianto un lagrimón

Todos los recuerdos de golpe, cuando veníamos del campo y jugábamos al pienso pienso, la carrera a los trenes, los cuentos de Milena, el mecánico, cuando le cayó con ese vehículo extraño.

Recorrí cada centímetro de coche comparándolo con mis recuerdos. Le volví a decir a otros visitantes que mi padre en la Argentina había tenido uno.

Ya le historia me salía corrida, pero al terminar me quedaba un nudo en la garganta, cuantos recuerdos juntos.

Era igual, solo le faltaba el farol busca huellas, ese que nosotros queríamos prenderlo todos los días y solo era para ocasiones especiales.

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PAPA, no te vayas sin datos

22-11-18, Plaza España, Roma, me había costado llegar. “Papá no te vayas sin datos, lo vas a necesitar para moverte, Google Maps es indispensable”, me dijo Dolores. Acostumbrados a mis viajes de antes de Internet, solo mapas, en los casos que no había una buena referencia, sol, rio o montaña, tenía una pequeña brújula que me solucionaba los problemas. Será necesario?

Pensé que la sugerencia, era para monitorearme, que pueda ir emitiendo mi certificado de supervivencia. Mi uso del Waze, para llegar en forma rápida a un lugar desconocido, me convenció. Además cuando uno viaja solo es lindo tener compañía digital, puede ir compartiendo cada uno de sus momentos con las personas que quiere. Pero el manejo de celular, no es fácil, hay algo que no tuve en cuenta, las calles con angostas y los edificios de más de 4 pisos, querían estar protegidos dentro de las murallas de la ciudad. Hoy parece que los invasores son los datos, así se le dificulta su ingreso. Además no tuve en cuenta la lluvia, moja la pantalla, se transforma en aislante, no le permite al dedo cerrar el circuito capacitivo. Google Maps, se ausentaba. Cuando arrancaba, no se puede geolocalizar, te pregunta “calle y altura”. Ahí la cosa se ponía difícil, encontrar el nombre de la calle, cuando la encontrás ya se acaba, ni le digo el número, además muchas veces te dice que hay una plaza, que no alcanza ser un banco. Nosotros acostumbrados a las plazas de 1 Ha, estamos perdidos.

A pesar de todos esos inconvenientes llegue a Plaza España. La había visto miles de veces por tv, estar era distinto. Si bien la plaza es todo, la escalera es lo que la caracteriza. Los escalones de mármol, blanco, para mí, de carrara, están gastados, tienen una inclinación hacia abajo. Enseguida pensé, como harán las modelos para bajar con tacos. Yo, sin tacos, busque la baranda, no quería quedar desparramado.

Estábamos en las semanas próximas al fin de año, el sol ya se había puesto, la iluminación artificial tiene su encanto, con los adornos de navidad, más. Caía una suave garua, que hacia tiritar las luces. La plaza llena, los bares repletos, ninguna mesa para mí, algunos parroquianos se protegían bajo las sombrillas, otros disfrutaban de la llovizna. A todos los acompañaban las estufas a garrafas en forma piramidal, no sé si calientan mucho, pero son tan lindas, “decían tenemos gas” a pesar de los rusos.

Personas con bolsas por todas partes, las más inmensas, las de los orientales. No le asustaban los precios. Bien de cholulo, empecé a caminar por Vía Condoti, empezaron a salir los locales de esas marcas que salen en las revistas, Prada, Bulgari, Armani, entre otras. Me fui parando en cada una de las vidrieras, me tome el trabajo de ver cada uno de los vendedores y vendedoras, una prestancia. Gente crota, pero con mucho plástico o billete, comprando. Luego empecé a ver personas muy bien vestidas, hombres y mujeres, inmediatamente me di cuenta de los que eran locales. Los trajes de hombre como caían, pero como ya que nos los uso, me dedique a ver las romanas.

Cuando llegue a Gucci, me encuentro en la puerta una tana, rubia, alta, excelentemente maquillada, un traje natural impecable, blusa de seda al tono, cartera con la G marrón, haciendo juego con unas botas impecables, con logo, no entendí como estaban así con el día que hacía. La vi de lejos, hice mi paso más lento, ella mientras tanto seguía hablando, pero no me cabe duda que se dio cuenta. Cuando paso a su lado veo las arrugas sobre los ojos, que indicaban años pero muy bien llevados, su pelo como recién salido de la peluquería. Me acorde de la historia de Dante, que se estuvo enamorado toda su vida, de una mujer (Beatrice) que había visto una sola vez. Me sentí Dante. Me pare en la esquina, me quede mirándola, realmente el tana me había impactado. Como hablaba, gesticulaba, no había ninguna duda de su nacionalidad. Los aros justos, un par pulseras, algo que parecía un reloj exclusivísimo. Debe haber notado que la miraba, por ahí mientras conversaba con su amiga, me miro, me quedo la duda que me quiso decir “que miras o venís?”. Le dio un “bacio”, abrazo a su amiga, se fue caminando por vía Condoti hacia la plaza España. Me quede mirando su presta forma de caminar, mientras se iba, me puse a sumar todo lo que tenía puesto, superaba ampliamente mi crédito de Master Card. MI enamoramiento duro mucho menos que el Dante, la culpa la tuvo MasterCard.

Puede ser una imagen de 8 personas, el Panteón y Piazza di Spagna

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Madryn 2021

Estaba saliendo de una serie de problemas familiares, cuando vi en el Facebook el viaje a las Grutas y Puerto Madryn. A pesar de más de mis 60 buceos,  el sur era una  asignatura pendiente, la única vez que intente bucear fue en las Grutas.  A los pocos minutos de ingresar al agua la prefectura no hizo volver, casi no pude mojar mi mascara. Se preguntaran porque mi locura de sumarme a Uds. en esa excursión, con un grupo a más de 1000 km de mi Santa Fe.  Locuras he hecho muchas, por bucear. Ir por cuatro día a Bombinhas, no una,  sino varias veces. Viaje con los correntinos  sin haberlos conocido previamente, a Pascua, Colombia, México, Llegue a la conclusión que los buzos son buena gente, sin problemas y con ganas de disfrutar la vida.

Mi experiencia de buzo, empezó ya hace más  de 12 años, cuando yendo a visitar a mi madre encontré debajo de la puerta el volante del curso de buceo en Regatas, era julio ,  para campera gruesa. Ahí nomás, mande un mail, la respuesta fue “veni mañana con una malla”. Mi respuesta, llevo la estufa? Me encontré, que el instructor había sufrido mis tackles, todavía se acordaba, ahora se iba a vengar.

Conocí a unos personajes que me acompañaron en muchas de mis incursiones  debajo y arriba del agua. Fue descubrir un grupo con ganas de vivir, que luego extrapole a todos los grupos,  con  los que compartí buceos en distintas partes del mundo.

Por eso no me costó subirme a la propuesta de Josy. Ya estaba pensando como hacía para llegar a Mardel. Cuando él me dijo el cole sale de Buenos Aires,  subiste ahí. Después me puse a pensar,  como hago para encontrarlo? Pero soy un hombre de suerte, muchas veces abuso de ella, se le rompió a puerta al bus y había que arreglarla. Punto de encuentro,  Lujan 2301, a pocos  metros del  Riachuelo, territorio desconocido. Pero llegue antes  que el bus. Los muchachos del taller me hicieron pasar, pone cómodo. Mire la mesa donde todavía quedaba un  pedazo de mortadela, pero no me anime a incursionar. Podía perder una mano. Me vieron intranquilo, ya había pasado una hora de la convenida,  el capataz me dijo “ Alberto viene a arreglar la puerta” Al fin llego, no encontraban el problema. Discutían sobre la solución, era un problema del sistema neumático, casi le digo: “no tiene escape revisen la salida”. Pero la cara de pocos amigos de los operarios,  no iba a valorar mi consejo. Así que opte por callarme la boca, que lo descubrieran por sus propios medios. Arriba el cole tenía aire , así que me dormí una siesta.

Eran más de 21:30 cuando llegamos a la Armonía, primera parada. Vi que subían sillas, mesitas, sobrillas, heladeritas, fue la primera indicación que algo no sonaba a buceo. Ahí me acorde de algunas de las palabras de Josy, “no solo buceo, sino turismo”. Cuando llegamos a  Mardel  vi los otros compañeros de viaje, no había mucho olor a Nitrógeno. La directora,  que nos descalificó a los mayores de 70, y sus amigas, nunca se habían acercado a una máscara. Cuando me entere de su edad, estuve tentado de decirle,  “vamos a ver como llegas a los 70”. Pensé y lo confirme, que estaban para llenar el bus.

Poco a poco fui chequeando los posibles buzos, no más de 10. El bus arranco y la parte superior se amino. El espíritu de los buzos había impregnado a los viajeros, se transformó en viaje divertido, algo más que agradable.

En Las Grutas, Josy, dijo que no se podía bucear porque había mar de fondo, pero ni se acercó al operador, dejo todo para Madryn. En compensación,  nos indicó una buena marisquería.  Así que con los amigos nos dedicamos a comer los frutos del mar, para no desentonar tanto con mis intenciones de buceo postergadas,   por más de dos años.

Dejamos las Grutas, creo que con unos Kg demás,  más por el  vino, y la cerveza, que los frutos del mar.

Mis intenciones de estar debajo del mar largando burbujas, se postergaron  para Madryn. Mañana buceamos, dijo. Después nos dijo que los mayores de 70, no nos dejaban bajar, por el COVID. Quise ser diplomático, pero hacerme  más 2000 km, para que me den esa excusa, mi cara no debe haber sido la mejor. Nuestra amiga, la directora, que decía que los de más 70 no servíamos,  empezaba a tener razón.

Así que Hector nos fuimos a ver las ballenas, tuvimos la suerte de ver una de las últimas,  con su cachalote y el lomito de mar jugando con ellos.

Antes  de venirnos Josy consiguió que un operador de Pirámides  nos lleve a bucear. Equipo de 7 mm, capucha, botas, chalecos nuevos, todo de 10.  Como perro viejo, me tire al agua con tiempo, el traje de neopreno, a pesar de haberlo mojado antes, y el chaleco apretado, al choque con el agua fría,  te quita capacidad respiratoria.  Hay que aclimatarse.

El lugar elegido para el buceo, era poco profundo 8 metros, mis  compañeros, con pocos buceos, muy noveles. A Gustavo que era su primer buceo, lo hicieron  bajar solo. Eso nunca se hace. Un par de buceos de Bautismo, esos que me hacen recordar a los muchachos de la CIA tratando de hacer confesar  talibán.

De cualquier manera me saque las ganas de bucear en el Mar Argentino, de ahora en más,  en lo posible rumbeare  hacia el norte. Pero lo que no me puedo arrepentir de los amigos que encontré  en este viaje, como nos divertimos con sexóloga. Karen quiere que entrevistarnos a los mayores de 70 por Instagram, será para demostrarle algo a la directora?.  Estoy seguro que nos vamos a encontrar pronto, lo más seguro alrededor de una mesa, y no de un tubo de aire comprimido.

Bombinhas 2019

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Salí de Bombinhas el lunes 18 de noviembre a 17 hrs, llegue a mi casa el miércoles 20 a 5:30 am, treinta y seis horas y media. Previamente había hecho el recorrido inverso, más descansado, con una escala en Resistencia para visitar un amigo, y la ilusión de lo que viene. Porque todo esto? Para seis inmersiones, que en el mejor de los casos no superan 5 horas. Era la tercera vez que iba, reconozco que no es el mejor lugar, pero el encanto de largar burbujas en agua salada me cautiva. Me cautiva, encontrar nuevos amigos enfundados en neopreno, y volver a encontrar otros con los cuales ya estuvimos burbujeando.

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Las pasiones, los amores, los esfuerzos son los que le dan gusto a la vida, sino porque no se lo preguntamos a los cuarenta mil hinchas de Colon que fueron al Paraguay?
No hay vida, sin amores, sin decepciones, no hay placer, sin sufrimiento. Buscar lo distinto, disfrutar de lo distinto, es lo que nos da vida. Sentado en la borda de un barco en Puerto Gallinhas, rumbo a nuestro punto de buceo, mi compañero y mi amigo, me dijo “si hubiésemos nacido aquí, seguros que seríamos andinistas”.

Un sueño-Iruya

Hacía tiempo que le había prometido una visita a  Jorge, me dijo  “el 15 de junio me voy”, así que  me decidí. Busque  unos pasajes  en Flybombi,  el 23 de mayo salía desde Rosario.   Con Jorge tuvimos muchos viajes en nuestra juventud,  a veces a dedo, como el de Chile, que ya les comente, o en un poderoso  2CV el cual nos llevó a muchos lados, pero cuando quisimos ir a Madry, se revelo y no pudimos pasar de Bahía Blanca.

Así que mi viaje a Salta iba en busca de esos recuerdos,  a su vez a realizar un sueño. Ir a Iruya, estaba en mi mente desde que leí un artículo en La Nación, hace años.  Así  que ni bien llegue a Salta,  planee  mi viaje, son unos 350 Km desde Salta, 260 hasta Humahuaca, y después unos 90 km Iruya. Unas tres horas hasta el primer  destino y otras tres hasta al segundo. Eso ya me daba la idea  de lo que debía ser el camino.

Eran las  0:30 cuando tome el bus, la Google me decía que la 4:55 iba estar en Humahuaca, se equivocó. Eran las 3:55  cuando el colectivero dijo HUMAHUACA, me baje del bus, miro en mi celular el WEATHER, temperatura menos 3 grados, busco reparo en la estación terminal, cuando quiero entrar a la sala de espera me encuentro cuatro coyas durmiendo, envueltos en frazadas.  Les cuento que el aroma de adentro de la sala era insoportable, penetrante, más que un Chanel N° 5.  Soy tolerante, pero esta vez no alcanzo. Así que opte por quedar en la galería, paradito, esperaba  que mi vestimenta cebolla, derrote a los ahora cuatro grado bajo.

Humahuaca,  me trae muchos recuerdos, los viajes con Ambruso en colectivo en las vacaciones de julio,  eran al norte. Cada rincón  del norte tiene un recuerdo, a Humahuaca no le podía faltar.  Así que opte ponerme a recorrer el pueblo, todo estaba igual.

Camine cada una de sus calles, cuando pase frente al salón parroquial, Recordé esa noche de julio, hace muchos años,  con una temperatura similar a la esta, cuando un compañero nuestro corría por el salón que nos habían dado en la iglesia para dormir, en calzoncillos  gracias los efectos de un anís  Ocho Hermanos ese, según decía la etiqueta, láminas  de oro.  Me reí, hoy yo ni una petaquita para combatir el frío.

Cada vez que veo a Blas, me acuerdo de Humahuaca, hoy un prestigioso psicólogo, me pregunto qué dirían sus pacientes si les cuento.

Las calles estaban vacías, solo un borracho que caminaba en zic-zac, bien iluminadas, pero abandonadas, subí al monumento a los héroes de la Independencia (indio), despacio,  hay que respetar los 3000 metros, nadie salió a mi encuentro. Lo único abierto era el ACA, y la policía,  lo más  caliente que encontré en el ACA fue un Gatorade, me quede hablando un rato largo con el playero y después pase por la oficina de guardia  de la policía, donde acepte con ganas el mate que dieron.

Ya era como las 7, rumbee para la estación de colectivos, ya había gente. Mi bus para Iruya salía en una hora. Fue la peor hora, empezó a soplar un viento helado, el  weather me decía menos 5. El bar recién abrió a los ocho, el baño a las 7, por suerte había algunos arbolitos para suplirlo. Alcance a tomar algo que decía llamarse  café antes de partir.

Aparte de unos pocos locos turistas, había una serie de parroquianos por subir con sus bagajes, las cosas más extrañas. Hasta uno llevaba en una bolsa un gato que maullaba y quería salir de la bolsa de rafia. Al final logro sacar su cabeza, al recibir las caricias de su dueño se calmó. Fueron 3 horas para hacer los 90 Km, que separan Humahuaca de Irruya, no más de 20 de pavimento y lo demás de piedra, un “camino de burro” como le dicen en estos pagos son los que se hacen sin ningún ingeniero, solo siguiendo el derrotero del animal. (A veces salen mejores y más seguros)

Llegamos a los 4000 metros, el cierre de la ventanilla  no era muy hermético, entraba un chiflete, no había mucha diferencia entre la madrugada de Humahuaca  y el habitáculo del colectivo. Comenzamos a bajar, el camino se puso más sinuoso, en momento circulábamos por el cauce del rio. Ya calzados en el valle, veíamos paredes de piedra inmensas que nos apretaban. La alta montaña tiene un encanto especial, nos hace sentir muy pequeños. Es importante que el ego se nos haga mierda de vez en cuando.

A esa altura el cielo se pone más azul, parece que las nubes no pueden subir, el sol ya calentaba, poco a poco me fui sacando mi vestimenta cebolla, para terminar en mangas de camisa. Al final llegamos a Iruya, dos caras de un mismo pueblo separados por un río y unidos por el puente colgante, solo para peatones, parece que las motos se consideran peatones.

Una ciudad turística, que vive, o quiere vivir del turismo. Sin guías, sin carteles, con la iglesia que la atracción, cierra   las 12. Sin un mercado para vender artesanías, solo una mujeres vendiendo papines, empanas y un solo kilo de quínoa; incompresible. Digo un  kg, porque una turista quiso comprarle dos y no tenía.

Es una reliquia histórica,  nadie  pone pautas, orden, cada uno hace lo que quiere. Al final se va perder, quizás se transforme en una villa  de conurbano. Es una lástima.

Pero el problema está en la falta de una elite, una elite pensante, que defina como debe ser el modelo de ese casco histórico para que siga siendo algo atractivo y representativo de una época. Eso no lo pueden definir localmente, eso tiene que venir del estado provincial o nacional, como sucede en todo el mundo.

La quebrada ha sido declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, hace ya 16 años, que hemos hecho para conservarlo?  Cuando caminaba  por Humahuaca, esa  gélida madrugada puede ver vidrios, puertas y aleros  rotos, revoques caídos, menú pegados en la pared, creo que si viene la Unesco se lleva el patrimonio a otro lado.

Nunca relatamos el volver de nuestros viajes, parece que lo importante es solo la ida, pero la vuelta fue un repaso de la sensaciones que había sentido a la ida. Siempre me sale la pregunta, como y quien puede vivir en un ambiente tan hostil. Los cerros se fueron apagando, el sol quedo detrás de ellos, y la temperatura comenzó a bajar. Cuando llegamos Humahuaca,  ya hacía frio, la terminal de bus llena de gente  a la intemperie, la vuelta a Salta fue larga